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NO SÉ QUÉ ME VE

Todo hincha de Boca sabe que Juan Román Riquelme no ficha a cualquiera. Si te llama, es porque vio algo especial en ti. Y eso fue exactamente lo que pasó con Carlos Palacios. La historia entre el chileno y el ídolo xeneize comenzó en 2023, cuando Colo Colo enfrentó a Boca Juniors en la fase de grupos de la Copa Libertadores. Desde ese momento, Riquelme no le perdió la pista.

Desde sus inicios en Unión Española siempre tuvo claro quién era su referente: "Siempre fue mi máximo ídolo. Miro videos suyos hasta el día de hoy", confesó Palacios en varias entrevistas. Y como si el destino estuviera escrito, Riquelme también se fijó en él. No lo dudó. Lo llamó, lo tentó y, finalmente, lo convenció de vestirse de azul y oro.

Desde su llegada a Boca, Palacios ha estado en la mira de todos. Y aunque se ha ido ganando el cariño de la hinchada, el camino no ha sido fácil. La prensa argentina no le ha perdonado la derrota reciente ante Racing Club, señalando que su rendimiento estuvo lejos de lo esperado.

Pero si algo ha demostrado Palacios es que no se rinde. Mientras muchos se relajaban en las fiestas de fin de año, él siguió entrenando por su cuenta, decidido a demostrar por qué Riquelme confióen él. Boca oficializó su fichaje en diciembre de 2024 con un contrato por cuatro temporadas, apostando fuerte por su talento.

El otro día, Palacios celebró un gol imitando el icónico festejo de Riquelme. Un guiño, una señal, un sueño en construcción. ¿Será capaz de convertirse en una pieza clave en Boca Juniors? ¿Podrá brillar en la Copa Libertadores y hacer historia como su ídolo?

Por ahora, la respuesta está en sus pies. El talento lo tiene. La pasión, también. El tiempo dirá si Carlos Palacios está destinado a escribir su nombre con tinta dorada en la historia xeneize. Y quién sabe, quizás un día, otro joven futbolista diga que su máximo ídolo es Carlos Palacios.

Goles que hicieron historia: cuando un solo disparo te vuelve inmortal

El fútbol es impredecible, mágico, un deporte donde un solo instante puede cambiarlo todo. Hay jugadores que construyen su leyenda partido a partido, pero otros alcanzan la inmortalidad con un solo gol. Angelos Charisteas, por ejemplo, no es recordado por su carrera en clubes, sino por aquel cabezazo en la final de la Euro 2004 que silenció Portugal y le dio a Grecia el título más inesperado de la historia.

Pero Charisteas no está solo en esta categoría de héroes de un solo golpe. Aquí te dejamos otros futbolistas cuyo legado quedó escrito con un gol que marcó una época:

Fabián Orellana – Eliminatorias 2010
El 15 de octubre de 2008 quedó grabado en la memoria de los chilenos. En un Estadio Nacional repleto, Fabián Orellana se vistió de héroe al anotar el gol del histórico primer triunfo de Chile sobre Argentina en Eliminatorias. Un gol que, más que tres puntos, fue un golpe de autoridad que encendió la ilusión de cara a Sudáfrica 2010.

Giovanni van Bronckhorst – Mundial 2010
Holanda y Uruguay peleaban por un puesto en la final. Fue ahí cuando Van Bronckhorst sacó un zurdazo brutal desde fuera del área, colándola en el ángulo y dejando a todos boquiabiertos. Un gol que combinó potencia, precisión y un momento decisivo. A pesar de que Holanda no ganó ese Mundial, su gol quedó para siempre en la historia.

Mario Götze – Mundial 2014
Minuto 113 de la final ante Argentina. Un centro perfecto de Schürrle encuentra a Mario Götze en el área, quien controla con el pecho y define de zurda ante la salida de Romero. Alemania se quedaba con la Copa del Mundo y Götze, con un gol que definiría su carrera.

Éder – Eurocopa 2016
Portugal, sin Cristiano Ronaldo en la cancha, se medía ante Francia en la final de la Euro 2016. En el alargue, Éder –un jugador que pocos tenían en el radar– sacó un derechazo letal desde fuera del área y silenció París. Portugal era campeón de Europa por primera vez en su historia.

Mauricio Cataldo – Playoffs Apertura 2003
En un duelo de playoffs entre Universidad de Chile y Universidad de Concepción, Mauricio Cataldo selló su nombre en la historia con una rabona de otro planeta. Un gesto técnico que no solo le dio la clasificación a su equipo, sino que dejó a los hinchas con la boca abierta.

El fútbol tiene historias que merecen ser contadas una y otra vez, y la de José Manuel "Charro" Moreno es una de ellas. Un verdadero crack, un genio dentro de la cancha que marcó una época y que, aunque por un breve período, también dejó su estampa en el fútbol chileno. No fue cualquier jugador, fue un distinto, un talentoso mediocampista que en 1980 fue elegido el mejor futbolista de la historia en Argentina, incluso por encima de Diego Maradona y Alfredo Di Stéfano. Un artista del balón que hizo del juego una poesía en movimiento.

Criado en La Boca, Moreno tenía todo para brillar en el fútbol argentino, pero el destino le tenía preparado otro camino. Rechazado por los xeneizes, se convirtió en la gran figura de River Plate y una de las piezas clave en la legendaria "Máquina", el equipo que maravilló a Argentina en los años 40 con su fútbol total. Moreno no solo jugaba bien, hacía jugar a los demás. Tenía gambeta, tenía pase, tenía gol. Lo tenía todo.

En medio de una huelga de futbolistas en Argentina, el Charro decidió cruzar la cordillera y vestir la camiseta cruzada. En Chile, aunque su estadía fue breve, dejó destellos de su calidad. Con una visión de juego privilegiada, una pegada exquisita y un talento innato para entender el fútbol, cautivó a los hinchas cruzados y a todos quienes tuvieron el privilegio de verlo jugar.

El Charro Moreno no era un jugador más. Fue el primer futbolista en la historia en ser campeón en cuatro países distintos, algo que en su época era casi impensado. Además de su gloriosa etapa en River Plate, brilló en Independiente Medellín en Colombia y Ferrocarril Oeste, dejando siempre una huella imborrable. En Chile, aunque su paso fue fugaz, demostró por qué era considerado uno de los jugadores más completos de su tiempo. Era un mediocampista con llegada, con gol y con una capacidad única para hacer jugar a su equipo. Un verdadero líder dentro y fuera de la cancha.

Goles que hicieron historia: cuando un solo disparo te vuelve inmortal

El fútbol es impredecible, mágico, un deporte donde un solo instante puede cambiarlo todo. Hay jugadores que construyen su leyenda partido a partido, pero otros alcanzan la inmortalidad con un solo gol. Angelos Charisteas, por ejemplo, no es recordado por su carrera en clubes, sino por aquel cabezazo en la final de la Euro 2004 que silenció Portugal y le dio a Grecia el título más inesperado de la historia.

Pero Charisteas no está solo en esta categoría de héroes de un solo golpe. Aquí te dejamos otros futbolistas cuyo legado quedó escrito con un gol que marcó una época:

Fabián Orellana – Eliminatorias 2010
El 15 de octubre de 2008 quedó grabado en la memoria de los chilenos. En un Estadio Nacional repleto, Fabián Orellana se vistió de héroe al anotar el gol del histórico primer triunfo de Chile sobre Argentina en Eliminatorias. Un gol que, más que tres puntos, fue un golpe de autoridad que encendió la ilusión de cara a Sudáfrica 2010.

Giovanni van Bronckhorst – Mundial 2010
Holanda y Uruguay peleaban por un puesto en la final. Fue ahí cuando Van Bronckhorst sacó un zurdazo brutal desde fuera del área, colándola en el ángulo y dejando a todos boquiabiertos. Un gol que combinó potencia, precisión y un momento decisivo. A pesar de que Holanda no ganó ese Mundial, su gol quedó para siempre en la historia.

Mario Götze – Mundial 2014
Minuto 113 de la final ante Argentina. Un centro perfecto de Schürrle encuentra a Mario Götze en el área, quien controla con el pecho y define de zurda ante la salida de Romero. Alemania se quedaba con la Copa del Mundo y Götze, con un gol que definiría su carrera.

Éder – Eurocopa 2016
Portugal, sin Cristiano Ronaldo en la cancha, se medía ante Francia en la final de la Euro 2016. En el alargue, Éder –un jugador que pocos tenían en el radar– sacó un derechazo letal desde fuera del área y silenció París. Portugal era campeón de Europa por primera vez en su historia.

Mauricio Cataldo – Playoffs Apertura 2003
En un duelo de playoffs entre Universidad de Chile y Universidad de Concepción, Mauricio Cataldo selló su nombre en la historia con una rabona de otro planeta. Un gesto técnico que no solo le dio la clasificación a su equipo, sino que dejó a los hinchas con la boca abierta.

fútbol chileno

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GANARON LA INMORTALIDAD
EL MEJOR JUGÓ EN CHILE
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EL MILAGRO DEL DESIERTO

El 12 de febrero de 2005, en el abrasador desierto de Calama, el fútbol chileno presenció el nacimiento de una leyenda. La quinta fecha del Torneo de Apertura enfrentaba a Cobreloa y Deportes Temuco en un duelo que, en los papeles, era solo otro partido más. Pero esa tarde, algo mágico estaba por ocurrir: el debut profesional de Alexis Sánchez, el Niño Maravilla.

El partido era una batalla. La tensión se sentía en el aire. En el banco de suplentes, un chico de apenas 16 años miraba el campo con los ojos encendidos. Nelson Acosta, el curtido entrenador, lo observó por un instante y tomó una decisión que cambiaría la historia del fútbol chileno. Lo llamó. "Entra y diviértete", le dijo con voz firme. El muchacho asintió, cruzó la línea de cal y, sin saberlo, empezaba a escribir su leyenda.

No era solo un debut. Era el primer paso de una historia de sacrificio, velocidad y magia. Alexis deslumbró de inmediato. Con su regate endiablado y su atrevimiento único, comenzó a romper líneas y a generar peligro. No le pesó la camiseta ni la responsabilidad. Tocopilla quedaba atrás, y el mundo, aún sin darse cuenta, comenzaba a fijarse en él.

Aquel partido terminó con un electrizante 5-4 a favor de Cobreloa, pero el verdadero triunfo fue otro: Chile había visto nacer a su nueva estrella. Nadie imaginaba aún que ese joven atrevido se convertiría en el máximo goleador de la selección, en bicampeón de América, en figura de equipos como Barcelona, Arsenal, Inter de Milán y Manchester United.

Veinte años después, su legado es imborrable. Desde aquella tarde en Calama hasta los estadios más icónicos del planeta, Alexis ha sido el emblema de una generación dorada, un luchador incansable que llevó a la Roja a lo más alto.

Llámelo como quiera: el Niño Maravilla, el Milagro del Desierto, el chico de Tocopilla. Lo cierto es que, desde aquel día en Calama, el fútbol chileno nunca volvió a ser el mismo. Y nunca lo será.

NO SÉ QUÉ ME VE

Todo hincha de Boca sabe que Juan Román Riquelme no ficha a cualquiera. Si te llama, es porque vio algo especial en ti. Y eso fue exactamente lo que pasó con Carlos Palacios. La historia entre el chileno y el ídolo xeneize comenzó en 2023, cuando Colo Colo enfrentó a Boca Juniors en la fase de grupos de la Copa Libertadores. Desde ese momento, Riquelme no le perdió la pista.

Desde sus inicios en Unión Española siempre tuvo claro quién era su referente: "Siempre fue mi máximo ídolo. Miro videos suyos hasta el día de hoy", confesó Palacios en varias entrevistas. Y como si el destino estuviera escrito, Riquelme también se fijó en él. No lo dudó. Lo llamó, lo tentó y, finalmente, lo convenció de vestirse de azul y oro.

Desde su llegada a Boca, Palacios ha estado en la mira de todos. Y aunque se ha ido ganando el cariño de la hinchada, el camino no ha sido fácil. La prensa argentina no le ha perdonado la derrota reciente ante Racing Club, señalando que su rendimiento estuvo lejos de lo esperado.

Pero si algo ha demostrado Palacios es que no se rinde. Mientras muchos se relajaban en las fiestas de fin de año, él siguió entrenando por su cuenta, decidido a demostrar por qué Riquelme confió en él. Boca oficializó su fichaje en diciembre de 2024 con un contrato por cuatro temporadas, apostando fuerte por su talento.

El otro día, Palacios celebró un gol imitando el icónico festejo de Riquelme. Un guiño, una señal, un sueño en construcción. ¿Será capaz de convertirse en una pieza clave en Boca Juniors? ¿Podrá brillar en la Copa Libertadores y hacer historia como su ídolo?

Por ahora, la respuesta está en sus pies. El talento lo tiene. La pasión, también. El tiempo dirá si Carlos Palacios está destinado a escribir su nombre con tinta dorada en la historia xeneize. Y quién sabe, quizás un día, otro joven futbolista diga que su máximo ídolo es Carlos Palacios.

EL MILAGRO DEL DESIERTO

El 12 de febrero de 2005, en el abrasador desierto de Calama, el fútbol chileno presenció el nacimiento de una leyenda. La quinta fecha del Torneo de Apertura enfrentaba a Cobreloa y Deportes Temuco en un duelo que, en los papeles, era solo otro partido más. Pero esa tarde, algo mágico estaba por ocurrir: el debut profesional de Alexis Sánchez, el Niño Maravilla.

El partido era una batalla. La tensión se sentía en el aire. En el banco de suplentes, un chico de apenas 16 años miraba el campo con los ojos encendidos. Nelson Acosta, el curtido entrenador, lo observó por un instante y tomó una decisión que cambiaría la historia del fútbol chileno. Lo llamó. "Entra y diviértete", le dijo con voz firme. El muchacho asintió, cruzó la línea de cal y, sin saberlo, empezaba a escribir su leyenda.

No era solo un debut. Era el primer paso de una historia de sacrificio, velocidad y magia. Alexis deslumbró de inmediato. Con su regate endiablado y su atrevimiento único, comenzó a romper líneas y a generar peligro. No le pesó la camiseta ni la responsabilidad. Tocopilla quedaba atrás, y el mundo, aún sin darse cuenta, comenzaba a fijarse en él.

Aquel partido terminó con un electrizante 5-4 a favor de Cobreloa, pero el verdadero triunfo fue otro: Chile había visto nacer a su nueva estrella. Nadie imaginaba aún que ese joven atrevido se convertiría en el máximo goleador de la selección, en bicampeón de América, en figura de equipos como Barcelona, Arsenal, Inter de Milán y Manchester United.

Veinte años después, su legado es imborrable. Desde aquella tarde en Calama hasta los estadios más icónicos del planeta, Alexis ha sido el emblema de una generación dorada, un luchador incansable que llevó a la Roja a lo más alto.

Llámelo como quiera: el Niño Maravilla, el Milagro del Desierto, el chico de Tocopilla. Lo cierto es que, desde aquel día en Calama, el fútbol chileno nunca volvió a ser el mismo. Y nunca lo será.

NO SÉ QUÉ ME VE

Todo hincha de Boca sabe que Juan Román Riquelme no ficha a cualquiera. Si te llama, es porque vio algo especial en ti. Y eso fue exactamente lo que pasó con Carlos Palacios. La historia entre el chileno y el ídolo xeneize comenzó en 2023, cuando Colo Colo enfrentó a Boca Juniors en la fase de grupos de la Copa Libertadores. Desde ese momento, Riquelme no le perdió la pista.

Desde sus inicios en Unión Española siempre tuvo claro quién era su referente: "Siempre fue mi máximo ídolo. Miro videos suyos hasta el día de hoy", confesó Palacios en varias entrevistas. Y como si el destino estuviera escrito, Riquelme también se fijó en él. No lo dudó. Lo llamó, lo tentó y, finalmente, lo convenció de vestirse de azul y oro.

Desde su llegada a Boca, Palacios ha estado en la mira de todos. Y aunque se ha ido ganando el cariño de la hinchada, el camino no ha sido fácil. La prensa argentina no le ha perdonado la derrota reciente ante Racing Club, señalando que su rendimiento estuvo lejos de lo esperado.

Pero si algo ha demostrado Palacios es que no se rinde. Mientras muchos se relajaban en las fiestas de fin de año, él siguió entrenando por su cuenta, decidido a demostrar por qué Riquelme confió en él. Boca oficializó su fichaje en diciembre de 2024 con un contrato por cuatro temporadas, apostando fuerte por su talento.

El otro día, Palacios celebró un gol imitando el icónico festejo de Riquelme. Un guiño, una señal, un sueño en construcción. ¿Será capaz de convertirse en una pieza clave en Boca Juniors? ¿Podrá brillar en la Copa Libertadores y hacer historia como su ídolo?

Por ahora, la respuesta está en sus pies. El talento lo tiene. La pasión, también. El tiempo dirá si Carlos Palacios está destinado a escribir su nombre con tinta dorada en la historia xeneize. Y quién sabe, quizás un día, otro joven futbolista diga que su máximo ídolo es Carlos Palacios.

GANARON LA INMORTALIDAD

Goles que hicieron historia: cuando un solo disparo te vuelve inmortal

El fútbol es impredecible, mágico, un deporte donde un solo instante puede cambiarlo todo. Hay jugadores que construyen su leyenda partido a partido, pero otros alcanzan la inmortalidad con un solo gol. Angelos Charisteas, por ejemplo, no es recordado por su carrera en clubes, sino por aquel cabezazo en la final de la Euro 2004 que silenció Portugal y le dio a Grecia el título más inesperado de la historia.

Pero Charisteas no está solo en esta categoría de héroes de un solo golpe. Aquí te dejamos otros futbolistas cuyo legado quedó escrito con un gol que marcó una época:

Fabián Orellana – Eliminatorias 2010
El 15 de octubre de 2008 quedó grabado en la memoria de los chilenos. En un Estadio Nacional repleto, Fabián Orellana se vistió de héroe al anotar el gol del histórico primer triunfo de Chile sobre Argentina en Eliminatorias. Un gol que, más que tres puntos, fue un golpe de autoridad que encendió la ilusión de cara a Sudáfrica 2010.

Giovanni van Bronckhorst – Mundial 2010
Holanda y Uruguay peleaban por un puesto en la final. Fue ahí cuando Van Bronckhorst sacó un zurdazo brutal desde fuera del área, colándola en el ángulo y dejando a todos boquiabiertos. Un gol que combinó potencia, precisión y un momento decisivo. A pesar de que Holanda no ganó ese Mundial, su gol quedó para siempre en la historia.

Mario Götze – Mundial 2014
Minuto 113 de la final ante Argentina. Un centro perfecto de Schürrle encuentra a Mario Götze en el área, quien controla con el pecho y define de zurda ante la salida de Romero. Alemania se quedaba con la Copa del Mundo y Götze, con un gol que definiría su carrera.

Éder – Eurocopa 2016
Portugal, sin Cristiano Ronaldo en la cancha, se medía ante Francia en la final de la Euro 2016. En el alargue, Éder –un jugador que pocos tenían en el radar– sacó un derechazo letal desde fuera del área y silenció París. Portugal era campeón de Europa por primera vez en su historia.

Mauricio Cataldo – Playoffs Apertura 2003
En un duelo de playoffs entre Universidad de Chile y Universidad de Concepción, Mauricio Cataldo selló su nombre en la historia con una rabona de otro planeta. Un gesto técnico que no solo le dio la clasificación a su equipo, sino que dejó a los hinchas con la boca abierta.

opinión

El 12 de febrero de 2005, en el abrasador desierto de Calama, el fútbol chileno presenció el nacimiento de una leyenda. La quinta fecha del Torneo de Apertura enfrentaba a Cobreloa y Deportes Temuco en un duelo que, en los papeles, era solo otro partido más. Pero esa tarde, algo mágico estaba por ocurrir: el debut profesional de Alexis Sánchez, el Niño Maravilla.

El partido era una batalla. La tensión se sentía en el aire. En el banco de suplentes, un chico de apenas 16 años miraba el campo con los ojos encendidos. Nelson Acosta, el curtido entrenador, lo observó por un instante y tomó una decisión que cambiaría la historia del fútbol chileno. Lo llamó. "Entra y diviértete", le dijo con voz firme. El muchacho asintió, cruzó la línea de cal y, sin saberlo, empezaba a escribir su leyenda.

No era solo un debut. Era el primer paso de una historia de sacrificio, velocidad y magia. Alexis deslumbró de inmediato. Con su regate endiablado y su atrevimiento único, comenzó a romper líneas y a generar peligro. No le pesó la camiseta ni la responsabilidad. Tocopilla quedaba atrás, y el mundo, aún sin darse cuenta, comenzaba a fijarse en él.

Aquel partido terminó con un electrizante 5-4 a favor de Cobreloa, pero el verdadero triunfo fue otro: Chile había visto nacer a su nueva estrella. Nadie imaginaba aún que ese joven atrevido se convertiría en el máximo goleador de la selección, en bicampeón de América, en figura de equipos como Barcelona, Arsenal, Inter de Milán y Manchester United.

Veinte años después, su legado es imborrable. Desde aquella tarde en Calama hasta los estadios más icónicos del planeta, Alexis ha sido el emblema de una generación dorada, un luchador incansable que llevó a la Roja a lo más alto.

Llámelo como quiera: el Niño Maravilla, el Milagro del Desierto, el chico de Tocopilla. Lo cierto es que, desde aquel día en Calama, el fútbol chileno nunca volvió a ser el mismo. Y nunca lo será.

Todo hincha de Boca sabe que Juan Román Riquelme no ficha a cualquiera. Si te llama, es porque vio algo especial en ti. Y eso fue exactamente lo que pasó con Carlos Palacios. La historia entre el chileno y el ídolo xeneize comenzó en 2023, cuando Colo Colo enfrentó a Boca Juniors en la fase de grupos de la Copa Libertadores. Desde ese momento, Riquelme no le perdió la pista.

Desde sus inicios en Unión Española siempre tuvo claro quién era su referente: "Siempre fue mi máximo ídolo. Miro videos suyos hasta el día de hoy", confesó Palacios en varias entrevistas. Y como si el destino estuviera escrito, Riquelme también se fijó en él. No lo dudó. Lo llamó, lo tentó y, finalmente, lo convenció de vestirse de azul y oro.

Desde su llegada a Boca, Palacios ha estado en la mira de todos. Y aunque se ha ido ganando el cariño de la hinchada, el camino no ha sido fácil. La prensa argentina no le ha perdonado la derrota reciente ante Racing Club, señalando que su rendimiento estuvo lejos de lo esperado.

Pero si algo ha demostrado Palacios es que no se rinde. Mientras muchos se relajaban en las fiestas de fin de año, él siguió entrenando por su cuenta, decidido a demostrar por qué Riquelme confióen él. Boca oficializó su fichaje en diciembre de 2024 con un contrato por cuatro temporadas, apostando fuerte por su talento.

El otro día, Palacios celebró un gol imitando el icónico festejo de Riquelme. Un guiño, una señal, un sueño en construcción. ¿Será capaz de convertirse en una pieza clave en Boca Juniors? ¿Podrá brillar en la Copa Libertadores y hacer historia como su ídolo?

Por ahora, la respuesta está en sus pies. El talento lo tiene. La pasión, también. El tiempo dirá si Carlos Palacios está destinado a escribir su nombre con tinta dorada en la historia xeneize. Y quién sabe, quizás un día, otro joven futbolista diga que su máximo ídolo es Carlos Palacios.

El 12 de febrero de 2005, en el abrasador desierto de Calama, el fútbol chileno presenció el nacimiento de una leyenda. La quinta fecha del Torneo de Apertura enfrentaba a Cobreloa y Deportes Temuco en un duelo que, en los papeles, era solo otro partido más. Pero esa tarde, algo mágico estaba por ocurrir: el debut profesional de Alexis Sánchez, el Niño Maravilla.

El partido era una batalla. La tensión se sentía en el aire. En el banco de suplentes, un chico de apenas 16 años miraba el campo con los ojos encendidos. Nelson Acosta, el curtido entrenador, lo observó por un instante y tomó una decisión que cambiaría la historia del fútbol chileno. Lo llamó. "Entra y diviértete", le dijo con voz firme. El muchacho asintió, cruzó la línea de cal y, sin saberlo, empezaba a escribir su leyenda.

No era solo un debut. Era el primer paso de una historia de sacrificio, velocidad y magia. Alexis deslumbró de inmediato. Con su regate endiablado y su atrevimiento único, comenzó a romper líneas y a generar peligro. No le pesó la camiseta ni la responsabilidad. Tocopilla quedaba atrás, y el mundo, aún sin darse cuenta, comenzaba a fijarse en él.

Aquel partido terminó con un electrizante 5-4 a favor de Cobreloa, pero el verdadero triunfo fue otro: Chile había visto nacer a su nueva estrella. Nadie imaginaba aún que ese joven atrevido se convertiría en el máximo goleador de la selección, en bicampeón de América, en figura de equipos como Barcelona, Arsenal, Inter de Milán y Manchester United.

Veinte años después, su legado es imborrable. Desde aquella tarde en Calama hasta los estadios más icónicos del planeta, Alexis ha sido el emblema de una generación dorada, un luchador incansable que llevó a la Roja a lo más alto.

Llámelo como quiera: el Niño Maravilla, el Milagro del Desierto, el chico de Tocopilla. Lo cierto es que, desde aquel día en Calama, el fútbol chileno nunca volvió a ser el mismo. Y nunca lo será.

Todo hincha de Boca sabe que Juan Román Riquelme no ficha a cualquiera. Si te llama, es porque vio algo especial en ti. Y eso fue exactamente lo que pasó con Carlos Palacios. La historia entre el chileno y el ídolo xeneize comenzó en 2023, cuando Colo Colo enfrentó a Boca Juniors en la fase de grupos de la Copa Libertadores. Desde ese momento, Riquelme no le perdió la pista.

Desde sus inicios en Unión Española siempre tuvo claro quién era su referente: "Siempre fue mi máximo ídolo. Miro videos suyos hasta el día de hoy", confesó Palacios en varias entrevistas. Y como si el destino estuviera escrito, Riquelme también se fijó en él. No lo dudó. Lo llamó, lo tentó y, finalmente, lo convenció de vestirse de azul y oro.

Desde su llegada a Boca, Palacios ha estado en la mira de todos. Y aunque se ha ido ganando el cariño de la hinchada, el camino no ha sido fácil. La prensa argentina no le ha perdonado la derrota reciente ante Racing Club, señalando que su rendimiento estuvo lejos de lo esperado.

Pero si algo ha demostrado Palacios es que no se rinde. Mientras muchos se relajaban en las fiestas de fin de año, él siguió entrenando por su cuenta, decidido a demostrar por qué Riquelme confióen él. Boca oficializó su fichaje en diciembre de 2024 con un contrato por cuatro temporadas, apostando fuerte por su talento.

El otro día, Palacios celebró un gol imitando el icónico festejo de Riquelme. Un guiño, una señal, un sueño en construcción. ¿Será capaz de convertirse en una pieza clave en Boca Juniors? ¿Podrá brillar en la Copa Libertadores y hacer historia como su ídolo?

Por ahora, la respuesta está en sus pies. El talento lo tiene. La pasión, también. El tiempo dirá si Carlos Palacios está destinado a escribir su nombre con tinta dorada en la historia xeneize. Y quién sabe, quizás un día, otro joven futbolista diga que su máximo ídolo es Carlos Palacios.

Historias Futboleras

Goles que hicieron historia: cuando un solo disparo te vuelve inmortal

El fútbol es impredecible, mágico, un deporte donde un solo instante puede cambiarlo todo. Hay jugadores que construyen su leyenda partido a partido, pero otros alcanzan la inmortalidad con un solo gol. Angelos Charisteas, por ejemplo, no es recordado por su carrera en clubes, sino por aquel cabezazo en la final de la Euro 2004 que silenció Portugal y le dio a Grecia el título más inesperado de la historia.

Pero Charisteas no está solo en esta categoría de héroes de un solo golpe. Aquí te dejamos otros futbolistas cuyo legado quedó escrito con un gol que marcó una época:

Fabián Orellana – Eliminatorias 2010
El 15 de octubre de 2008 quedó grabado en la memoria de los chilenos. En un Estadio Nacional repleto, Fabián Orellana se vistió de héroe al anotar el gol del histórico primer triunfo de Chile sobre Argentina en Eliminatorias. Un gol que, más que tres puntos, fue un golpe de autoridad que encendió la ilusión de cara a Sudáfrica 2010.

Giovanni van Bronckhorst – Mundial 2010
Holanda y Uruguay peleaban por un puesto en la final. Fue ahí cuando Van Bronckhorst sacó un zurdazo brutal desde fuera del área, colándola en el ángulo y dejando a todos boquiabiertos. Un gol que combinó potencia, precisión y un momento decisivo. A pesar de que Holanda no ganó ese Mundial, su gol quedó para siempre en la historia.

Mario Götze – Mundial 2014
Minuto 113 de la final ante Argentina. Un centro perfecto de Schürrle encuentra a Mario Götze en el área, quien controla con el pecho y define de zurda ante la salida de Romero. Alemania se quedaba con la Copa del Mundo y Götze, con un gol que definiría su carrera.

Éder – Eurocopa 2016
Portugal, sin Cristiano Ronaldo en la cancha, se medía ante Francia en la final de la Euro 2016. En el alargue, Éder –un jugador que pocos tenían en el radar– sacó un derechazo letal desde fuera del área y silenció París. Portugal era campeón de Europa por primera vez en su historia.

Mauricio Cataldo – Playoffs Apertura 2003
En un duelo de playoffs entre Universidad de Chile y Universidad de Concepción, Mauricio Cataldo selló su nombre en la historia con una rabona de otro planeta. Un gesto técnico que no solo le dio la clasificación a su equipo, sino que dejó a los hinchas con la boca abierta.

El 12 de febrero de 2005, en el abrasador desierto de Calama, el fútbol chileno presenció el nacimiento de una leyenda. La quinta fecha del Torneo de Apertura enfrentaba a Cobreloa y Deportes Temuco en un duelo que, en los papeles, era solo otro partido más. Pero esa tarde, algo mágico estaba por ocurrir: el debut profesional de Alexis Sánchez, el Niño Maravilla.

El partido era una batalla. La tensión se sentía en el aire. En el banco de suplentes, un chico de apenas 16 años miraba el campo con los ojos encendidos. Nelson Acosta, el curtido entrenador, lo observó por un instante y tomó una decisión que cambiaría la historia del fútbol chileno. Lo llamó. "Entra y diviértete", le dijo con voz firme. El muchacho asintió, cruzó la línea de cal y, sin saberlo, empezaba a escribir su leyenda.

No era solo un debut. Era el primer paso de una historia de sacrificio, velocidad y magia. Alexis deslumbró de inmediato. Con su regate endiablado y su atrevimiento único, comenzó a romper líneas y a generar peligro. No le pesó la camiseta ni la responsabilidad. Tocopilla quedaba atrás, y el mundo, aún sin darse cuenta, comenzaba a fijarse en él.

Aquel partido terminó con un electrizante 5-4 a favor de Cobreloa, pero el verdadero triunfo fue otro: Chile había visto nacer a su nueva estrella. Nadie imaginaba aún que ese joven atrevido se convertiría en el máximo goleador de la selección, en bicampeón de América, en figura de equipos como Barcelona, Arsenal, Inter de Milán y Manchester United.

Veinte años después, su legado es imborrable. Desde aquella tarde en Calama hasta los estadios más icónicos del planeta, Alexis ha sido el emblema de una generación dorada, un luchador incansable que llevó a la Roja a lo más alto.

Llámelo como quiera: el Niño Maravilla, el Milagro del Desierto, el chico de Tocopilla. Lo cierto es que, desde aquel día en Calama, el fútbol chileno nunca volvió a ser el mismo. Y nunca lo será.

Goles que hicieron historia: cuando un solo disparo te vuelve inmortal

El fútbol es impredecible, mágico, un deporte donde un solo instante puede cambiarlo todo. Hay jugadores que construyen su leyenda partido a partido, pero otros alcanzan la inmortalidad con un solo gol. Angelos Charisteas, por ejemplo, no es recordado por su carrera en clubes, sino por aquel cabezazo en la final de la Euro 2004 que silenció Portugal y le dio a Grecia el título más inesperado de la historia.

Pero Charisteas no está solo en esta categoría de héroes de un solo golpe. Aquí te dejamos otros futbolistas cuyo legado quedó escrito con un gol que marcó una época:

Fabián Orellana – Eliminatorias 2010
El 15 de octubre de 2008 quedó grabado en la memoria de los chilenos. En un Estadio Nacional repleto, Fabián Orellana se vistió de héroe al anotar el gol del histórico primer triunfo de Chile sobre Argentina en Eliminatorias. Un gol que, más que tres puntos, fue un golpe de autoridad que encendió la ilusión de cara a Sudáfrica 2010.

Giovanni van Bronckhorst – Mundial 2010
Holanda y Uruguay peleaban por un puesto en la final. Fue ahí cuando Van Bronckhorst sacó un zurdazo brutal desde fuera del área, colándola en el ángulo y dejando a todos boquiabiertos. Un gol que combinó potencia, precisión y un momento decisivo. A pesar de que Holanda no ganó ese Mundial, su gol quedó para siempre en la historia.

Mario Götze – Mundial 2014
Minuto 113 de la final ante Argentina. Un centro perfecto de Schürrle encuentra a Mario Götze en el área, quien controla con el pecho y define de zurda ante la salida de Romero. Alemania se quedaba con la Copa del Mundo y Götze, con un gol que definiría su carrera.

Éder – Eurocopa 2016
Portugal, sin Cristiano Ronaldo en la cancha, se medía ante Francia en la final de la Euro 2016. En el alargue, Éder –un jugador que pocos tenían en el radar– sacó un derechazo letal desde fuera del área y silenció París. Portugal era campeón de Europa por primera vez en su historia.

Mauricio Cataldo – Playoffs Apertura 2003
En un duelo de playoffs entre Universidad de Chile y Universidad de Concepción, Mauricio Cataldo selló su nombre en la historia con una rabona de otro planeta. Un gesto técnico que no solo le dio la clasificación a su equipo, sino que dejó a los hinchas con la boca abierta.

El 12 de febrero de 2005, en el abrasador desierto de Calama, el fútbol chileno presenció el nacimiento de una leyenda. La quinta fecha del Torneo de Apertura enfrentaba a Cobreloa y Deportes Temuco en un duelo que, en los papeles, era solo otro partido más. Pero esa tarde, algo mágico estaba por ocurrir: el debut profesional de Alexis Sánchez, el Niño Maravilla.

El partido era una batalla. La tensión se sentía en el aire. En el banco de suplentes, un chico de apenas 16 años miraba el campo con los ojos encendidos. Nelson Acosta, el curtido entrenador, lo observó por un instante y tomó una decisión que cambiaría la historia del fútbol chileno. Lo llamó. "Entra y diviértete", le dijo con voz firme. El muchacho asintió, cruzó la línea de cal y, sin saberlo, empezaba a escribir su leyenda.

No era solo un debut. Era el primer paso de una historia de sacrificio, velocidad y magia. Alexis deslumbró de inmediato. Con su regate endiablado y su atrevimiento único, comenzó a romper líneas y a generar peligro. No le pesó la camiseta ni la responsabilidad. Tocopilla quedaba atrás, y el mundo, aún sin darse cuenta, comenzaba a fijarse en él.

Aquel partido terminó con un electrizante 5-4 a favor de Cobreloa, pero el verdadero triunfo fue otro: Chile había visto nacer a su nueva estrella. Nadie imaginaba aún que ese joven atrevido se convertiría en el máximo goleador de la selección, en bicampeón de América, en figura de equipos como Barcelona, Arsenal, Inter de Milán y Manchester United.

Veinte años después, su legado es imborrable. Desde aquella tarde en Calama hasta los estadios más icónicos del planeta, Alexis ha sido el emblema de una generación dorada, un luchador incansable que llevó a la Roja a lo más alto.

Llámelo como quiera: el Niño Maravilla, el Milagro del Desierto, el chico de Tocopilla. Lo cierto es que, desde aquel día en Calama, el fútbol chileno nunca volvió a ser el mismo. Y nunca lo será.

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