Comienza la semana en que la Universidad de Chile puede romper la historia

Comienza la semana en que la Universidad de Chile puede romper la historia

La cuenta regresiva está en marcha. Este domingo, Universidad de Chile se enfrentará a Colo Colo con una misión clara: romper una racha que pesa como una losa. Más de dos décadas sin ganar en el Monumental. Más de 20 años acumulando frustraciones, excusas, silencios y cicatrices.

Pero esta semana, todo parece distinto. La "U" llega puntera, con una propuesta táctica clara, con orden defensivo, con una identidad marcada por Gustavo Álvarez. Sin embargo, el hincha no está del todo cómodo. Hay dudas que se instalan, críticas que se filtran, y una sensación extraña que lo recorre todo: se juega bien… pero no se lastima.

El equipo funciona, pero le falta pegada. Y ante Colo Colo, eso no alcanza. Porque los clásicos no se ganan con tenencia. Se ganan con decisión, con carácter, con jerarquía. Y sobre todo, con goles.

Lo que parecía una semana de ilusión, también es una semana de presión. El liderazgo en la tabla no basta si el domingo no se respalda con un golpe sobre la mesa. El Monumental ha sido una pesadilla para la U durante años, y esta generación tiene la oportunidad —y la responsabilidad— de cambiar la historia.

¿Es este el momento? ¿Es este el equipo? ¿Es esta la semana?

Universidad de Chile no juega solo por tres puntos. Juega contra sus propios fantasmas. Y si los derrota, no solo se afirmará como candidato al título: se reconciliará con una parte de su identidad que lleva años perdida.

Todo comienza esta semana. Y todo puede cambiar.

La cuenta regresiva está en marcha. Este domingo, Universidad de Chile se enfrentará a Colo Colo con una misión clara: romper una racha que pesa como una losa. Más de dos décadas sin ganar en el Monumental. Más de 20 años acumulando frustraciones, excusas, silencios y cicatrices.

Pero esta semana, todo parece distinto. La "U" llega puntera, con una propuesta táctica clara, con orden defensivo, con una identidad marcada por Gustavo Álvarez. Sin embargo, el hincha no está del todo cómodo. Hay dudas que se instalan, críticas que se filtran, y una sensación extraña que lo recorre todo: se juega bien… pero no se lastima.

El equipo funciona, pero le falta pegada. Y ante Colo Colo, eso no alcanza. Porque los clásicos no se ganan con tenencia. Se ganan con decisión, con carácter, con jerarquía. Y sobre todo, con goles.

Lo que parecía una semana de ilusión, también es una semana de presión. El liderazgo en la tabla no basta si el domingo no se respalda con un golpe sobre la mesa. El Monumental ha sido una pesadilla para la U durante años, y esta generación tiene la oportunidad —y la responsabilidad— de cambiar la historia.

¿Es este el momento? ¿Es este el equipo? ¿Es esta la semana?

Universidad de Chile no juega solo por tres puntos. Juega contra sus propios fantasmas. Y si los derrota, no solo se afirmará como candidato al título: se reconciliará con una parte de su identidad que lleva años perdida.

Todo comienza esta semana. Y todo puede cambiar.

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Hay ilusión: la esperanza vuelve a encenderse en la Roja

Si hoy en Chile existe una chispa de ilusión futbolera, es en gran parte gracias a lo que representa Ricardo Gareca. Así lo expresó Jean Beausejour, referente de la generación dorada y voz autorizada del camarín chileno. Sus palabras no fueron exageradas ni románticas: fueron un diagnóstico certero de un ambiente que comienza a recuperar fe.

Después de años marcados por la frustración, por las despedidas de ídolos y por un recambio que nunca terminó de consolidarse, la llegada del “Tigre” ha devuelto algo que parecía extraviado: el entusiasmo. No es que ahora todo sea perfecto, ni que Chile se haya convertido en potencia. Pero hay señales. Hay juego. Hay conexión.

Beausejour lo explicó con claridad: “Si hoy hay ilusión, es gracias a Gareca. Por lo que él representa. Por su forma de comunicar. Por lo que transmite a los jugadores”. Y eso, viniendo de alguien que supo lo que es levantar una Copa América y compartir camarín con los mejores, tiene peso.

Lo que ilusiona no es solo la táctica o los nombres nuevos. Es la sensación de que hay una idea clara. Que hay orden. Que el equipo juega con convicción. Que los referentes respetan al entrenador. Que los jóvenes tienen espacio para crecer.

Gareca no promete milagros. Pero sí trabajo, coherencia y compromiso. Y eso, en un fútbol muchas veces caótico como el chileno, ya es una revolución.

Sí, hay ilusión. Y esta vez no nace del marketing ni de la nostalgia. Nace del fútbol. Y de la esperanza de que, por fin, el camino de la Roja vuelva a ser competitivo.

El viejo debate: ¿ver campeón a tu equipo o a tu país?

Hay una pregunta que atraviesa generaciones, discusiones de sobremesa, mesas de café y cabinas radiales: ¿Qué prefieres? ¿Ver campeón a tu selección en un Mundial o a tu equipo en la Copa Libertadores?

No hay respuesta correcta. Pero sí hay pasiones distintas.

En una entrevista reciente, un hincha lo dijo sin titubeos: prefiere ver a la U campeón de la Libertadores que a Chile ganando el Mundial. Y esa afirmación, lejos de ser polémica, abre una reflexión más profunda sobre los afectos que construimos en el fútbol.

Para muchos, el club es lo cotidiano. Es lo que se hereda, lo que se vive semana a semana, lo que acompaña en las buenas y en las malas. El club está en la ciudad, en la familia, en la memoria de infancia. La selección, en cambio, aparece de forma más esporádica. Es la nación. Es el estallido colectivo. Pero para muchos, no tiene la misma intimidad emocional.

La Copa Libertadores es el sueño continental. El título que obsesiona. El que separa a los clubes grandes de los legendarios. Y cuando tu equipo nunca la ha ganado, como le pasa a Universidad de Chile, el deseo se vuelve aún más profundo. Casi vital.

Por otro lado, ganar un Mundial parece el pináculo absoluto del fútbol. La gloria máxima. Pero para algunos, es un logro que no toca tan de cerca como lo haría ver a su escudo levantar la copa en Sudamérica.

Este viejo debate no tiene ganadores. Solo tiene hinchas. Y en ese sentido, cada respuesta es legítima. Porque lo importante no es qué elegirías tú. Lo importante es que el fútbol nos hace imaginar esas posibilidades, y en ese ejercicio, nos recuerda por qué lo amamos tanto.